jueves, 26 de julio de 2012

Auto-suficiencia

El anciano disfrutaba levantarse sin calzoncillos, se asombraba de mirar por la ventana y ver como las luces de la ciudad se encendían, como se contemplaba de homo sapiens atareados, miraba con gran dedicación a las mujeres que al pararse en inmensos tacones se olvidaban de lo que era la tierra, le excitaba el movimiento discontinuo del cuello de las palomas al comer las migajas de pan que los niños le daban en la plaza.

El hombre bostezaba con esmero, mientras miraba el cuadro de su difunta esposa y se enamoraba cada día mas al recordar su oxitocina, 56 años con la misma mujer, de lo cual el se enorgullecía, y a las vez inverosímil mente recordaba su viudez, cada vez que tiene que ir al baño para echarse agua de colonia y partir a su trabajo, recorre 3 cuartos sin contar el de él y le duele la cabeza.

Últimamente solo piensa en ver a su esposa y devolverle a sus 3 hijos, confirma su anhelo mientras se le hace inolvidable, la vez en la que junto a María y los niños cocían el pan y el pequeño de los tres se empinaba en su calzado 30 y le preguntaba a su mama:

"Mami, tu crees que cuando grande pueda ser un pez?"

Desde ese momento el anciando se maldijo por traer al mundo a un crió dueño de tanta estupidez. Sin embargo lo cuidaba solo por venir del vientre de María, si pidiera un deseo, no cabe duda que seria tener a su difunta en cuerpo y alma, introducirle a los críos en su útero y hacerlo diminuto, luego un orgasmo y extraer esos millones de espermios que los fecundaron. Y despertar con el mismo gozo que lo ha hecho hasta hoy día.

ATTE: Valentina Parada Diaz.

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